De acuerdo con Fernández, las redes sociales son sistemas globales
que permiten establecer relaciones entre individuos que permiten replicar y
maximizar las estructuras sociales que existen en la vida real o en un medio
“no virtual” (55). En este sentido no puede identificarse hasta ahora un punto
negativo con respecto a las redes sociales, sino que, al contrario, se puede
observar que estas redes permiten al individuo hacer crecer sus redes de
conocidos y ampliar sus interacciones sociales, acentuando precisamente esa
característica del ser humano: el ser un ente social.
Las redes sociales son utilizadas por personas de cualquier
género, ideología, país e incluso status social, lo que le da una importante
característica inclusiva. Sin embargo, esta característica no siempre es del
todo positiva. Actualmente, las redes sociales están tan al alcance de todos
que incluso niños y adolescentes sin experiencia y malicia pueden crear un
perfil social y poner a disposición de cualquier individuo información
personal. De acuerdo a Morduchowicz, una persona de esa edad no es capaz de
medir las consecuencias que tiene la creación de un perfil público, así como
los riesgos que tiene la publicación de datos en sitios que se encuentran al
alcance de cualquiera (8).
El hecho de que cualquier persona pueda publicar en las redes
sociales es un “arma de doble filo”, ya que puede resultar un avance en cuanto
a libertad de expresión, pero representa un riesgo para niños y adolescentes
que no saben manejar adecuadamente sus datos.
Hay ciertas acciones, por ejemplo la publicación de fotografías,
que resultan asombrosamente sencillas; incluso personas con conocimientos
básicos en internet pueden hacerlo (Fernández 55); esto implica igualmente un
riesgo, ya que no se puede saber con certeza a quién o a quiénes puede llegar
dicha información.